Después de de ti, el indiferente invernar.
La autoestima es elogio inevitable, resguardado
y la eventualidad casual no se halla,
es oro y fantasía; lisonja y melodía
No era yo…
la que oyó tus manos para asirse
en el soplillo de los categóricos refuerzos;
no eres tú el dios, ni el pincel con oleos
sin lienzo, eres hombre de letra sagrada
de cataclismo silente de miel intacta
y figuraciones.
Va tras de ti, el frío invierno, apático.
Eres lluvia con sal de zabila
ensueño de apoyos en la travesía,
puñal de falsedades insaciables…
Eres carnada de peces y sirenas
en un mar de atroces pescadores…
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