domingo, 24 de agosto de 2008

Estudio del Hombre - Antropología

Origen y Etimología

(Del griego, ¯nqrwpos, hombre y lÒgoV, estudio, tratado, discurso).
Etimológicamente es el estudio o la reflexión general acerca del hombre en todas sus dimensiones: biológicas, culturales y sociales. Dentro de la Antropología General, cada una de estas dimensiones ha originado subdivisiones o antropologías regionales: la antropología física, la antropología cultural, la antropología social, mientras que el estudio general y holístico del «Hombre» seguiría correspondiendo fundamentalmente a la antropología filosófica.
Si bien Aristóteles creó el adjetivo anthropologos (Ética a Nicómaco, IV, 8, 1125, a 8), no puede afirmarse que fuera el fundador de la Antropología ya que, para él, este término solamente tenía el sentido de un hablar en general sobre el Hombre, sin que tal hablar pudiera originar un conocimiento positivo. De hecho, el término antropología parece haber sido empleado por vez primera, en un sentido cercano al de su etimología, en el s. XVI, en una obra titulada Psicología Antropológica o doctrina del alma humana. S
Definición de Antropología Filosófica
Reflexión filosófica que considera al hombre como objeto de estudio en una perspectiva global. Como reflexión filosófica no es una ciencia, sino un análisis de los fundamentos de la misma noción de ser humano, y de la consideración de éste como punto de partida de todo conocimiento sobre sí mismo y sobre el mundo. En este sentido es, como dice Max Scheler, un puente entre las ciencias y la metafísica. Por ello, no es una disciplina filosófica que trate de establecer apriorísticamente las características de una pretendida esencia humana inmutable, sino que parte de las ciencias humanas, tales como la antropología física, la antropología cultural, la psicología, la lingüística, la sociología, etc., para elaborar una reflexión sobre el ser humano en su globalidad, capaz de explicar cómo este ser humano es la condición de posibilidad de tales ciencias y, en general, de la conducta humana: lenguaje, arte, ciencia, religión, mitos, acción moral, agresividad. Por ello, no se trata de un estudio particular sobre las características humanas, sino una reflexión filosófica y holística acerca del ser humano.
El énfasis que se ponga en el carácter de sujeto trascendental del ser humano(Kant, Husserl), o en su historicidad (Hegel, Marx), o en su carácter de ser social definido esencialmente por el trabajo (Marx), o en su carácter de ser carencial para la acción (Gehlen), o en su carácter de homo faber (Bergson), o en su carácter de ser simbólico (Cassirer); el énfasis que se ponga en considerar la existencia como prioritaria, por encima de una hipotética esencia (Heidegger, Sartre y el existencialismo), etc., determinará las distintas orientaciones de la antropología filosófica.
La Antropología Filosófica apareció en la época moderna, ya que sólo a partir del siglo XVII pudo empezarse a considerar el hombre independientemente de la teología, y desde sus inicios estuvo fuertemente marcada por el dualismo cartesiano y por el enfoque kantiano. No obstante, aunque moderna como disciplina filosófica, la reflexión sobre el hombre es tan antigua como la filosofía misma, razón por la cual la antropología se ha contagiado de la anfibología que presenta este término. En cierto sentido, enlaza con el ideal socrático del «conócete a ti mismo» y de la concepción aristotélica del hombre entendido como «animal racional», como «animal político» y como «animal que habla», y surge del esfuerzo constante de la filosofía -con dos momentos particularmente antropocéntricos: el Renacimiento y la Ilustración- por aclarar el concepto que el hombre tiene de sí mismo, y su situación en el mundo, (momentos en los que también se pone en duda el carácter naturalmente político del hombre, como en el caso de Hobbes, por ejemplo. Si la filosofía antigua giraba fundamentalmente alrededor de la noción de «cosmos» y reflexionaba sobre el hombre en relación con la naturaleza, y la filosofía medieval entendía al hombre como una parte del orden divino, solamente la filosofía moderna ha permitido desatar al hombre de estas ligaduras a la vez que, con ello, crecía la noción de sujeto y de individuo (no en vano la filosofía moderna nace con la afirmación del «yo» cartesiano). En definitiva, pues, si es cierto que en toda filosofía hay una reflexión sobre el hombre (que puede provenir de rasgos mítico-religiosos o ser fruto de la reflexión filosófica propiamente dicha), solamente a partir de la época moderna se abre una nueva perspectiva: el hombre ya no se entiende solamente desde su hipotética naturaleza, ni desde una perspectiva sobrenatural, sino que se liga a su acción: a sus producciones, a sus obras y a sus relaciones con los otros hombres.
El tema del hombre aparece en la filosofía moderna entendido como «sujeto» o como «razón» y como último eslabón de todo preguntar filosófico. Las preguntas de Kant al respecto hacen clásico el planteamiento y señalan este giro antropológico: «¿Qué puedo saber? ¿Qué puedo hacer? ¿Qué puedo esperar? ¿Qué es el hombre? A la primera cuestión, responde la metafísica; a la segunda, la moral; a la tercera, la religión y, a la cuarta, la antropología. Sin embargo, en el fondo, se podría poner todo esto a cuenta de la antropología, porque las tres primeras cuestiones se refieren a la última». Pero Kant, a pesar de su distinción entre una antropología fisiológica y una antropología en sentido pragmático, distinción que señala las dos grandes direcciones de la antropología física y de la antropología cultural y social, no llega a tematizar una antropología filosófica, aunque abre las puertas a esta disciplina. Las primeras reflexiones pertenecientes a una antropología filosófica se sitúan en el último Schelling, en Feuerbach, en Kierkegaard, en Marx y en Nietzsche.
Especialmente relevante es la posición de Feuerbach, para quien el hombre es el único objeto universal de la filosofía, razón por la cual la antropología deviene la única ciencia universal a la que deben reducirse tanto la teología como la religión, y la única ciencia capaz de determinar claramente la separación entre el hombre y el animal. Más tarde, la teoría de Darwin, al señalar el puesto biológico de la especie humana dentro del contexto de la evolución de las especies y el psicoanálisis de Freud, al señalar el inconsciente como motor de la conducta humana, abrieron nuevas perspectivas en la consideración del ser humano.
Se considera, no obstante, a Max Scheler (1875-1928) como el iniciador de una antropología filosófica que tiene plenamente en cuenta el fenómeno de la cultura y la historia (El puesto del hombre en el cosmos, 1928). Para Scheler, la antropología filosófica debe tratar al hombre no solamente como naturaleza o como vida; no solamente como voluntad, como sujeto o como razón, sino como hombre en su totalidad. La misión de la antropología filosófica es la de explicar, a partir de la estructura fundamental del ser humano, todas las funciones y obras específicamente humanas: el lenguaje, la moralidad, el Estado, las armas, la guerra, los instrumentos, la técnica, la religión, el arte, la ciencia y la filosofía misma. A partir de aquí, Scheler otorga al hombre un lugar especial en el cosmos, por su intencionalidad, su apertura al mundo, su libertad y por la capacidad de poder trascender lo inmediato. En el aspecto biológico Scheler considera que no hay diferencias esenciales entre el hombre y los animales, sino solamente diferencias de grado. Pero Scheler insiste en la existencia en el ser humano de una dimensión, en cierto modo opuesta a la vida, que es la dimensión del espíritu que lo separa de la mera animalidad. Por ella, el hombre es el ser capaz de «decir no», capaz de desligarse de sus instintos y de adaptar el medio ambiente a sus necesidades en lugar de adaptarse él al medio ambiente como hacen los animales.
En resumen, Scheler afirma que, mientras la imaginación, la memoria, la sensibilidad y el sentimiento son fenómenos vitales no muy distintos de los propiamente biológicos -razón por la cual, en este aspecto, la diferencia entre el hombre y los animales es solamente de grado-, en el hombre aparece una dimensión diferente: la dimensión del «espíritu», opuesta en cierto sentido a la vida, y que permite al hombre reprimir y controlar sus impulsos, de manera que el «espíritu» se ve potenciado por esta autonegación ascética. Este planteamiento metafísico, y todavía tradicional -puesto que sigue siendo dualista, al oponer el cuerpo animado y el espíritu-, se verá superado por un enfoque que insiste más en la dimensión biológico-antropológica. Este movimiento se inicia también en Alemania, después de la segunda guerra mundial, sobre todo por obra de Helmuth Plessner (Antropología filosófica, 1971). Parte de la consideración de la base biológica, verdadera condición humana, desde la cual se constituye el hombre en la historia, y propugna la independencia de la antropología filosófica respecto de cualquier otra ciencia.
Parecida línea de planteamiento siguen los trabajos de Arnold Gehlen, filósofo y sociólogo (Investigaciones antropológicas, 1961). Gehlen insiste en el aspecto inacabado del ser humano, caracterizado como ser biológicamente no especializado y con una larga infancia dependiente de los adultos. Esta caracterización del hombre como «ser carencial», expresión ya utilizada por Herder, o como «animal no fijado» (expresión que Gehlen extrae de Nietzsche), es la que determina tanto su capacidad de aprendizaje como su capacidad de transformación de la naturaleza. En dicha capacidad se manifiesta el carácter fundamental del ser humano, a saber, la «acción». Este principio de la «acción» (que recibe Gehlen a partir del pragmatismo americano y de la filosofía de Bergson) le permite eliminar el dualismo que estaba en la base de la antropología filosófica desde Descartes, Kant y Scheler, ya que en la acción confluyen todos los aspectos del ser humano: su cuerpo, su naturaleza, su inteligencia, su sociabilidad y su cultura.
Por otra parte, Heidegger con su obra Sein und Zeit (Ser y tiempo), al fundamentar la filosofía sobre la base del tipo de ser que es el ser humano, abre también una fructífera reflexión antropológica. No obstante, Heidegger mismo, en “Kant y los problemas de la metafísica”, señala las dificultades de una antropología filosófica pues, si desde un punto de vista holístico y antropológico se puede considerar que «nada es comprendido hasta no ser aclarado antropológicamente» (Kant y los problemas de la metafísica, FCE, México 1973, 2ª ed. p.175), y si consideramos que «la totalidad del ente puede referirse al hombre en alguna forma», «la antropología se hace tan amplia que se pierde en la más completa indeterminación».
Otros autores, como Martin Buber, Landsberg, Nicolai Hartmann, Groethuysen, o Ernst Cassirer, han hecho contribuciones importantes a la moderna antropología filosófica. El psicoanálisis tendrá también un lugar fundamental en la antropología, especialmente por su concepción del inconsciente, lo que permite elaborar toda una concepción de los mitos, los ritos, las prohibiciones, los tabúes y, en definitiva, elaborar una concepción del hombre y de la cultura. Se puede hablar también de una antropología existencialista, ya que las filosofías existencialistas en conjunto (bajo la influencia inicial de Heidegger y Sartre, especialmente) estudian las condiciones más íntimamente constitutivas del hombre desde las cuales éste ha de desarrollarse como proyecto. Puede hablarse también de una antropología estructuralista que cuestiona la noción general de sujeto humano y que procede fundamentalmente de la antropología cultural francesa y, en general, del movimiento estructuralista.
De entre los teóricos del estructuralismo destaca Lévi-Strauss quien, al dar la primacía al sistema por encima de sus elementos, considera que la estructura trasciende la realidad empírica y es la que da fundamento a los modelos construidos sobre ella. Así, las relaciones sociales situadas en el nivel de lo real, se asientan sobre las estructuras sociales, situadas en el nivel de lo simbólico. De esta manera, el nivel simbólico e inconsciente es la auténtica base de lo real, ya que solamente la estructura es la que posibilita la inteligibilidad de las relaciones sociales. Con ello, además, se limita el papel del sujeto, ya que éste no tiene significado por sí mismo, sino solamente en relación con las estructuras sociales y culturales que son las que lo dotan de sentido. El sujeto, «el niño mimado que ha ocupado demasiado tiempo la escena filosófica», cede su lugar a las estructuras simbólicas que lo trascienden, las únicas que son plenamente objeto del estudio científico, ya que son las que pueden dar explicación de los fenómenos sociales. Por ello, Lévi-Strauss proclamaba de forma provocadora que «el fin último de las ciencias humanas no es constituir al hombre, sino disolverlo».
Por otra parte, también dentro de la corriente estructuralista es destacable la concepción defendida por Foucault, que sostiene que «en nuestros días lo que se afirma es el fin del hombre, su dispersión absoluta» ya que, por otra parte, «el hombre no es el problema más antiguo ni el más constante que se haya planteado el saber humano. El hombre es una invención reciente, y su fin está próximo» (M. Foucault, Las palabras y las cosas, Siglo XXI, México 1968, p.375). Foucault señala que en realidad el hombre no es propiamente el objeto de estudio de ninguna de las ciencias que afirman estudiarlo, ya que aquello que realmente estudian estas ciencias son las estructuras económicas, psicoanalíticas, lingüísticas, de parentesco, etc., en las que vive el hombre. De esta manera, según Foucault, más que estudiar el hombre estas ciencias, lo fragmentan y reducen a estructura.
Ante esta fragmentación también se alzan voces, como las de Edgar Morin, por ejemplo, que señalan que lo que ha muerto no es el hombre, sino la imagen autoidolatrada del hombre que sólo se admira en la ramplona imagen de su racionalidad, y que se ha reducido a su mero aspecto técnico de homo faber y de homo sapiens, despreciando otras dimensiones tan importantes como la afectividad, la desmesura o la fiesta. Por ello, señala este autor, que el auténtico hombre se halla en la dialéctica entre sapiens-demens. En el estudio de la constitución de la noción fundante de sujeto en la modernidad, y en su deconstrucción, destaca también la obra de filósofos como Deleuze y Derrida. Por último, cabe destacar también las aportaciones a la antropología procedentes de la sociobiología.

La persona como objeto de la Antropología Filosófica

La Antropología Filosófica estudia a la persona en cuanto persona, es decir, no un aspecto parcial de ella sino en cuanto a todo aquello que le constituye la razón de tal, prescindiendo de todos los datos accidentales, culturales, etnográficos, históricos, psicológicos, raciales, sociales, etc.
Contrariamente a los reduccionismos que desconocen la totalidad y la integridad del hombre, hay que afirmar y reconocer que el hombre es persona.
En contraposición, ser persona es asumirse en cuanto intención, intencionalidad que descansa ya en el cuerpo-sujeto y que, por supuesto, debe esclarecerse en la conciencia. Según esto, y frente al discurso científicista y su imagen del mundo y del hombre, la persona para ser tal debe vivir en vigilancia y esfuerzo continuo contra el asalto de lo impersonal y de la propensión alienante que su condición de cuerpo-objeto comporta. Recordemos que la persona es capaz de trascender la naturaleza puesto que todo hombre conoce, es decir toma distancia, una distancia intencional, del mundo y lo transforma hominizando la naturaleza. A través de la obra del hombre el mundo natural cobra significación en tanto que la interioridad de la persona lo asume.
No obstante, no debemos pensar que la afirmación de la persona acontezca en un ámbito de pureza existencial. La existencia será siempre impura; ella es lucha, tensión y compromiso efectivo. El hombre está internamente desgarrado, dividido, es plural, muchas fuerzas lo habitan, lo viven, lo hacen y sólo puede descubrirse a sí mismo en perspectivas parciales. Todo hombre, toda persona vive dentro de una pluralidad de tensiones que debe ser recogida cada vez en una unidad dinámica, válida frente a una determinada situación y, por lo tanto, cambiante en la medida en que la situación misma se modifique.
En primer lugar, la persona no es una parte de un todo, un residuo interno, un principio abstracto de nuestros gestos concretos, una estructura típica agazapada bajo los comportamientos, una arquitectura inmóvil; no es ni la conciencia que tengo de ella, ni el ser individuo; éste es tan sólo la difusión de la persona en la superficie de la vida.
La persona es actividad de auto-afirmación, de creación de sí y se conoce en su acto como un movimiento de personalización. Movimiento que abarca la creación de valores, es decir, de una escala d importancias para la persona misma. La distinción entre persona e individuo delimita un poco más el perfil de la persona: el individuo es cerrazón en lo singular, negación de la trascendencia, en contra de la apertura de la persona. Al hombre individual se le impone un movimiento de recogimiento y otro correlativo de comunicación. Se negaría al hombre en el solo repliegue sobre sí mismo.

El Método de la Antropología Filosófica
En general, método es el orden a seguir para alcanzar un fin. En las Ciencias método es el camino para descubrir y alcanzar la verdad, el método depende del objeto (formal y material) o verdad de las ciencias y nunca al revés.
Son reglas generales del método: 1)partir de lo evidente, 2)analizar o dividir un problema complejo para estudiar sus partes; 3)componer o sintetizar las partes distinguidas en atención a unidad de lo real y a la unidad del conocimiento, 4)revisar los pasos anteriores para evitar omisiones o agregados impertinentes.
Toda ciencia tiene que demostrar y también ser capaz de refutar las opiniones falsas.
El método de la Antropología Filosófica comienza con la experiencia, primero de sus evidencias, después emplea el análisis y las síntesis mentales, define de modo propio, clasifica, prueba, refuta, y en particular recurre a la introspección. En sentido amplio la introspección es la mirada que el hombre orienta a su interior o a la conciencia para considerar la naturaleza y el desarrollo de los actos psíquicos. Tomás de Aquino afirmaba que la ciencia del hombre posee certeza porque la podemos experimentar en nosotros mismos.
Joseph De Finance presenta dos. El primer tipo de filosofía del hombre tiene como tema el animal racional. Considera al hombre ante todo como un ser objetivo perteneciente al mundo de la naturaleza y que emerge de ella mediante la racionalidad. Ésta pretende comprender al hombre desde el punto de vista biológico. La Filosofía del Espíritu Encarnado. El hombre es considerado ante todo como un sujeto personal, consciente de sí y de su existencia encarnada. A éste sujeto entra la visión antropológica de Santo Tomás de Aquino, que pone sobre todo acento al espíritu encarnado: el espíritu del hombre tiene un grado inferior que necesita de un cuerpo como sporte para realizar las propias capacidades.
Los actos humanos son fenómenos muy complejos en los que el aspecto físico está profundamente ligado al psíquico y viceversa; hay que estudiarlos, por tanto, valiéndose de dos procedimientos: el de la observación objetiva mediante el análisis fenomenológico, y el de la introspección mediante la reflexión crítica.
El hombre antes de comenzar a hacer una reflexión filosófica, ya ha vivido desde hace mucho tiempo; tiene un bagaje de experiencias y de conocimientos, y ha reflexionado sobre la propia existencia. Al hacer filosofía del hombre, el sujeto debe valerse de todo esto.

La Antropología Filosófica y su relación con las otras ciencias

La Antropología, al igual que las otras ciencias, es de orden multidisciplinal, es decir, se relaciona con las ciencias a fines que puedan hacer un aporte a sus estudios, en cuanto al ser humano, en los diferentes ámbitos de su existencia. Por otra parte, las ciencias en general apuntan siempre en última instancia a develar el sentido de la existencia humana (Kant) pero la antropología se encarga de este cometido directamente.
Te presentamos a continuación una serie de ciencias que tienen relación y actúan como ciencias auxiliares de la antropología:
ETNOLOGÍA.
Término empleado por primera vez por el teólogo suizo Alexandre-César Chavannes, en 1787, para designar «la historia del progreso de los pueblos hacia la civilización». A partir de 1839, con la creación de la Sociedad Etnológica de París, fundada por William Frederic Edwards, y hasta 1930, la etnología se concibió como el «estudio de las razas humanas». Actualmente, se define como el estudio de las etnias y sus culturas. Se nutre de los materiales de la etnografía e intenta establecer las leyes que determinan la conducta, las realizaciones y la evolución de los distintos grupos humanos para llegar a una síntesis global sobre la diversidad de culturas creadas por el hombre, y establecer las causas de las diferencias y semejanzas entre las formas de actuar y pensar de las diversas sociedades humanas, tanto en el pasado como en el presente. En este sentido, la etnología sería una etnografía comparada que opera en tres dimensiones: 1) una dimensión geográfica, con el fin de sistematizar conocimientos relativos a culturas que están circunscritas en una misma o en distintas realidades ecológicas y geográficas; 2) una dimensión histórica, con el fin de reconstruir formas culturales del pasado y 3) una dimensión de sistematización, con el fin de establecer las similitudes y diferencias entre las distintas realidades culturales observadas, así como sus interacciones, los fenómenos de aculturación, deculturación, etc.
La etnología se ocupa especialmente de la organización social, estudiando aquellas relaciones humanas regidas por sistemas normativos y de valores de los que surgen determinados esquemas de grupos de parentesco, de estratificación social y de instituciones económicas y sociales. Se ocupa, también, de la relación que con ellos tienen las creaciones artísticas, las creencias religiosas, el folklore, etc. En este sentido, forma parte de la antropología cultural e, incluso, pueden considerarse estos dos términos como sinónimos. De hecho, muchos autores usan indistintamente los términos «etnografía», «etnología» y «antropología» a fin de no repetir uno solo de estos términos.
Actualmente, en buena parte de Europa, bajo el término general «antropología» se entiende, fundamentalmente, la mera antropología física, reservándose el término etnología para el estudio de los aspectos culturales y sociales, aunque paulatinamente este término va siendo sustituido por el de antropología cultural. No obstante, en los países de tradición anglosajona, la etnología se concibe más bien como el estudio de las culturas no escritas (ágrafas), reservándose el término de antropología cultural para designar un campo de estudio más amplio, que abarca no solamente las sociedades ágrafas, sino todas las sociedades y culturas.
El hecho de que la etnología surgiese inicialmente como el estudio de «la historia del progreso de los pueblos hacia la civilización» (Chavannes), que a la vez se concibiera como el «estudio de las razas humanas», y que su campo de estudio haya sido especialmente el de las culturas de los pueblos llamados primitivos, salvajes, arcaicos, ágrafos o bárbaros, ya indica un fuerte prejuicio etnocéntrico y revela que buena parte de la orientación ideológica inicial de la etnología provenía del colonialismo.

ETNOGRAFÍA.
Término debido al historiador alemán B.G. Niebur, quien lo utilizó por vez primera en un curso impartido en la universidad de Berlín, en 1810. El italiano Balbi fue quien difundió su uso en su obra Atlas etnographique du globe, (1826), y concibió esta ciencia como un intento de clasificación de los grupos humanos atendiendo, especialmente, a sus rasgos lingüísticos. Por ello, puede considerarse la etnografía como una rama descriptiva de la antropología cultural, que se ocupa de la catalogación y descripción de las peculiaridades culturales de los distintos grupos humanos, sobre todo de sus rasgos lingüísticos, modos de vivir, costumbres, tradiciones, instituciones, técnicas, etc. que proporcionan los materiales de base para la etnología. Existen descripciones etnográficas desde la antigüedad, basadas generalmente en los relatos de navegantes y exploradores., o de algunos historiadores como Herodoto. En la Edad Media proliferaron las narraciones de carácter teratológico (hombres-lobo, hombres acéfalos, sirenas, etc.), pero destacan las observaciones efectuadas por Marco Polo y, especialmente, los estudios de Ibn Khaldún. Después del descubrimiento de América proliferaron las informaciones sobre los pueblos descubiertos (Bartolomé de las Casas, José Acosta, etc.). Sin embargo, solamente a mediados del siglo XIX empieza una etnografía con vocación científica y sistemática.
La etnografía contemporánea distingue entre los aspectos etics y los aspectos emics. Los aspectos etics se refieren a las técnicas y generalizaciones sobre los acontecimientos culturales, pautas de conducta, pensamientos e ideologías que pretenden ser verificables objetivamente y válidos intraculturalmente. Los aspectos emics son las descripciones o juicios referentes a las creencias, pautas de conducta, ideas y valores que hacen los miembros de una cultura. Al llevar a cabo una investigación en el modo emic, los etnógrafos intentan adquirir un conocimiento de las categorías y reglas necesarias para pensar y actuar como un nativo. Las descripciones etic, en cambio, pretenden generar teorías científicas fructíferas sobre las causas de las semejanzas y diferencias socioculturales.

ANTROPOLOGÍA FÍSICA.
Ciencia que estudia al hombre en sus aspectos biológicos (antropología físico-biológica), es decir, estudia al hombre en cuanto organismo animal. En la medida en que el hombre es fruto del proceso evolutivo, la antropología física estudia también el conjunto de los homínidos. Además, se centra también en el estudio de las diferencias o variaciones físicas entre las poblaciones humanas a lo largo del tiempo y de sus distribuciones en el espacio. Una de las cuestiones fundamentales de la antropología física es la de situar al hombre dentro del sistema de los otros seres vivos, y esclarecer su origen y evolución; otra cuestión fundamental es la del estudio de las variaciones existentes entre grupos y razas humanos, para establecer su significación y su importancia para el conjunto de la especie, así como estudiar cuales son los factores que originan estas diferencias.
Para su desarrollo, la antropología física o biológica precisa del concurso de otras ciencias, tales como la anatomía, la fisiología, la paleontología humana, la biología molecular y la genética.
Históricamente la antropología física es una ciencia reciente, aunque desde la antigüedad se puede constatar el interés por el estudio de la especificidad física y biológica del hombre. Aristóteles mismo hizo estudios comparativos entre el hombre y los simios, y algunos historiadores antiguos, como Herodoto, daban especial importancia a la descripción de los rasgos físicos de algunos pueblos. Pero solamente a partir de Linneo se hizo posible la aparición de una antropología física como ciencia. Linneo, al clasificar al hombre y el conjunto de los simios en el grupo de los primates, dio el paso fundamental para poder considerar al hombre como objeto de estudio de las ciencias naturales. J.F.Blumenbach, con su obra De generis humani varietate nativa(publicado en 1775), originó una corriente de estudios antropométricos, que serían la base taxonómica y descriptiva de la antropología física. Paul Broca (fundador en 1859 de la Sociedad de Antropología de París) y Francis Galton prosiguieron, entre otros, estos estudios biométricos, que se vieron especialmente motivados por las diversidades físicas entre distintos grupos humanos, tal como lo constataban los exploradores, los misioneros y los colonizadores a lo largo de los siglos XVIII y XIX.Pero la superación de la fase meramente descriptiva y biométrica, así como la superación de prejuicios colonialistas y racistas, solamente llegaría con la aparición de la moderna genética y de la ecología humana, que permiten la investigación de las causas hereditarias y ambientales de las diversas diferencias existentes entre grupos humanos. No obstante, el hecho de que la antropología física sea una síntesis de varias ciencias, conduce a la aparición de puntos de vista contrapuestos en diversas cuestiones. Así sucede, por ejemplo, en el estudio del origen del hombre, tema en el cual actualmente existen dos grandes escuelas enfrentadas: los partidarios de la sustitución y los partidarios de la continuidad.
(En buena parte de Europa, el nombre general de antropología designa la antropología física, reservándose el nombre de etnología para referirse a la ciencia que trata de los aspectos sociales y culturales del hombre, o antropología cultural, término que tiende a imponerse. En cambio, en América, el término genérico «antropología» tiende a entenderse como sinónimo de antropología cultural, que integraría en su seno los aspectos generales de la antropología física.)

ANTROPOLOGÍA CULTURAL
Rama de la antropología que estudia las características del comportamiento aprendido en las sociedades humanas, es decir, ciencia de la cultura humana. En general, es la ciencia que estudia el origen, desarrollo, estructura, características y variaciones de la cultura humana tanto de las sociedades del pasado como de las del presente. La etnografía, la etnología, la arqueología, la lingüística y la antropología física son las disciplinas sobre las que se funda la antropología cultural.
Las noticias proporcionadas por los exploradores, los colonizadores y los misioneros fueron generando una vasta literatura de descripciones de comportamientos y rasgos culturales que cuajaron en las primeras colecciones etnográficas. Este primer material está en el origen de la antropología cultural, que se constituye como ciencia durante el siglo XIX, y en el contexto de la aceptación de las teorías evolucionistas, aunque en sus inicios esta ciencia estaba fuertemente marcada por una concepción etnocéntrica, ya que la tendencia dominante era la de considerar las «otras» culturas como otras tantas etapas menos desarrolladas de la cultura europea occidental. La corriente del evolucionismo cultural, que fue la primera de las tendencias en imponerse en esta ciencia naciente, estaba influida tanto por el evolucionismo de Darwin como por la idea de progreso cultural. El antropólogo ingles Sir Edward B. Tylor (La cultura primitiva, 1865), y el americano Lewis H. Morgan (La sociedad antigua, 1877), son los autores más destacados de esta línea de investigación. Tylor introdujo el término «cultura» en la antropología y dio de él una definición clásica. Por su parte, la obra de Morgan influyó directamente en las concepciones marxistas, especialmente en F. Engels (El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado). Otro autor evolucionista, Sir James G. Frazer (La rama dorada) influyó mucho en las concepciones de Freud. Desde la perspectiva del evolucionismo se consideraba la historia del género humano como una historia única, incluso en el aspecto cultural, idea bajo la que subyacía el supuesto (etnocéntrico) de una única línea de evolución que va desde los otros hasta nosotros, de manera que también se consideraban los supuestos estadios evolutivos como otros tantos pasos hacia la realización de la sociedad civilizada.
Los descubrimientos no confirmaban estas hipótesis y los antropólogos posteriores abandonaron los supuestos del primer evolucionismo cultural, evitando pronunciarse sobre concepciones generales de la cultura, razón por la que se centraron en estudios concretos. Fruto de esta reacción fue la aparición del historicismo cultural y del difusionismo. Con Franz Boas, en los Estados Unidos, la antropología cultural deja de considerarse como un estudio general de toda cultura, para pasar a ser un estudio descriptivo y comparativo de los rasgos culturales de pueblos determinados, considerando la cultura como un proceso particular para cuyo estudio debe practicarse el trabajo de campo y una metodología naturalista e inductivista. Al mismo tiempo, y bajo la influencia de la escuela americana de Franz Boas, se desarrollaron las corrientes psicologistas de la cultura encabezadas por Margaret Mead, Ruth Benedict y Ralph Linton. Esta escuela considera que la cultura específica de una sociedad es la causa esencial de la estructura de la personalidad de sus miembros. En este contexto surgió la tesis del relativismo cultural, que abandonó toda pretensión de pensar la cultura para estudiar las culturas.
No obstante, el investigador polaco Bronislaw Malinowski (Teoría científica de la cultura y otros ensayos) reaccionó, con su funcionalismo, contra una consideración fragmentaria de la cultura. Las tesis funcionalistas ponen el énfasis en la necesidad de interpretar todo rasgo cultural dentro de una totalidad funcional integrada. Otro representante del funcionalismo fue el antropólogo inglés Alfred Reginald Radcliffe-Brown, pero centró sus estudios más en la sociedad que en la cultura, lo que marcó la orientación general de la antropología británica.
Durante los años veinte y treinta se desarrolló la llamada «escuela sociológica» francesa, cuyo precursor fue É. Durkheim, integrada por Marcel Mauss, P. Rivet y Lucien Lévy-Bruhl. El estructuralismo en la antropología cultural se debe, fundamentalmente, al también investigador francés Claude Lévi-Strauss, y se basa en la producción de modelos culturales sustentados en los métodos de la lingüística y de la lógica formal, para establecer principios relativos al comportamiento social. Dichos elementos se organizan teniendo en cuenta sus propiedades y sus interrelaciones con otros elementos integrantes de una cultura, de manera que la reconstrucción de las pautas de la cultura a partir del «modelo» ha de manifestar las funciones de dichas pautas. El estructuralismo estudia sobre todo las uniformidades psicológicas subyacentes a las aparentemente diferentes culturas, uniformidades que tienen su origen en la estructura misma del cerebro humano y en la estructura de los procesos de pensamiento inconsciente. Por ello, el estructuralismo, más que estudiar y explicar las diversidades culturales, explica las semejanzas entre culturas, ya que para el estructuralismo todas las culturas, por aparentemente distintas que sean, son una reproducción de estas estructuras originadas en el cerebro humano (de entre las cuales destaca, por ejemplo, la estructura de la oposición dicotómica, ya que la mente humana tiende a dicotomizar, es decir, a pensar en pares de opuestos que se sintetizan en un tercer elemento).
Otra tendencia es la del neoevolucionismo cultural, representado por Leslie A. White y por Julian Steward. Es una corriente fuertemente influida por el marxismo, que considera que el conjunto de la sociedad humana evoluciona hacia formas cada vez más complejas de estructura social, y que el estudio de la antropología debe enfocarse desde esta perspectiva. Los neoevolucionistas han reexaminado las aportaciones de los evolucionista culturales del s. XIX, a los que han reivindicado, aunque sin caer en sus ingenuidades ni en sus concepciones etnocentristas. Especialmente remarcable es el punto de vista de L. White, según el cual la dirección fundamental de la evolución cultural está determinada en gran parte por las cantidades de energía disponibles. El materialismo cultural es una reelaboración del neoevolucionismo que, aunque se aparta de las concepciones más marcadamente marxistas, sigue considerando que la antropología cultural debe basarse en el estudio de los condicionantes materiales que surgen en las necesidades de producir alimentos, refugios, máquinas y, en general, de todos aquellos condicionantes materiales de la cultura. Entre sus representantes más destacados se encuentra Marvin Harris. Por otra parte, también la sociobiología ha hecho sus aportaciones a la antropología cultural.

ANTROPOLOGÍA SOCIAL
Nombre que se da en Inglaterra a la antropología cultural. De hecho, la denominación de antropología social, preferida en Inglaterra, se basa en el hecho de que en dicho país se ha acentuado el estudio de los aspectos relacionados con las estructuras políticas, sociales, económicas y de las relaciones de parentesco, dejando en un segundo plano el estudio de los ritos, los mitos, el arte, las técnicas y la producción de utensilios, y ello debido a que Radcliffe-Brown consideró que el tema específico de la antropología debía ser el estudio de la estructura social. No obstante, no hay motivos para una auténtica diferenciación entre antropología social y antropología cultural: son dos términos distintos para expresar una misma disciplina, aunque con uno de ellos se pone más énfasis en el estudio de las estructuras sociales y, en el otro, se tiende a abarcar un campo de estudio más amplio. Por ello, puede considerarse la antropología social como una especialización de la antropología cultural. En Francia designa a la Escuela sociológica francesa, que se inició con Émile Durkheim, y continuó con M. Mauss y Lévi-Bruhl.

PSICOLOGÍA EMPÍRICA
O psicología experimental. Denominación que se aplica a la psicología que recurre a la experimentación y a la observación como métodos propios y adecuados y al resultado de las investigaciones psicológicas hechas con tales métodos. No puede distinguirse de una supuesta psicología teórica, quizás más interesada en la formulación de leyes sobre diversos hechos psíquicos, más basadas en teorías generales que en la investigación de hechos, porque toda disciplina psicológica ha de ser empírica si quiere ser ciencia; se distingue, en cambio, de una psicología filosófica, también llamada racional, parte tradicional de la filosofía. De esta índole son, por ejemplo, la psicología de Aristóteles, o la psicología comprensiva de Dilthey. F.Dorsch, basándose en la clasificación hecha por la American Psychologicla Association (APA), distingue las siguientes ramas de psicología empírica:



Importancia del estudio de la Antropología Filosófica

El mayor absurdo y frustración consiste en "vivir por vivir", vivir "vegetando".
Por muchos títulos, la Antropología Filosófica es una ciencia excelente y sublime; posee una altísima dignidad porque el hombre es lo más perfecto que hay en el universo. En cuanto a la vida práctica, en cuanto a la vida práctica, la Antropología Filosófica resulta quizá el saber más servicial de todos cuantos desarrolla el hombre: es la ciencia directiva y orientadora de todos sus conocimientos y de todas sus actividades. La auténtica filosofía está a disposición de l vida humana, vivir filosofando y filosofar viviendo con toda intensidad.
Toda actividad humana depende del conocimiento, cuanto la actividad humana se aparta de la verdad o la ignora, sus actos y libertad se corrompen.
Si existe un fin de nuestros actos querido por sí mismo, y los demás por él, ese fin no solo será bien, sino bien soberano.
Nuestros tiempos, que ofrecen las maravillas de una civilización técnica sorprendente e inconmesurable, reclaman angustiosamente la presencia y orientación de una sabiduría de lo humano, una antroposofía, que recupere la dignidad humana y el puesto directivo del ser del hombre en el universo; la técnica es para el hombre, no el hombre para la técnica; el hombre más vale por lo que es que por lo que fabrica. "Conócete a ti mismo". Sócrates, citando la inscripción del portal de Delfos.

2 comentarios:

Pipiri dijo...

Tienes alguna fuente confiable de donde Citaste la información?

Rocio dijo...

Me encantan los temas relacionados con la antropologia y por eso trato de leer mucho para ello. Probablemente busque estudiar esta carrera en la universidad y por eso voy a buscar esta carrera