Cuestiono el balanceo de los años,
también cuestiono el aullido del lobo
y la potencia con que la mismísima muerte
posee a la hora de verificarme
que tarde o temprano
seré chispa y sepulcro, versículo negado
y cognición cocida.
No es que yo no haya saboreado
la miel en mis labios;
lo que ocurre
es que el bastón me grita
y ya no tengo apetito de nada.
Asimismo soy conocedora de múltiples cuestiones:
te observas arrestadamente en el retrato
y te preguntas:
Por qué decir “gracias” cuando despierto?
El espacio pasa y la modestia ya no es,
las tripas desfallecen y el reloj
sentencia tu inestable estado de ánimo.
...Los años transcurren el tiempo es oro
de realidades doradas
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